La enfermedad de Crohn (EC) es una enfermedad intestinal inflamatoria crónica que afecta cualquier punto del sistema digestivo, desde la boca hasta el ano,1-3 siendo la afectación del íleon la más frecuente.4 Particularmente, el 50 % de los pacientes tienen afectación del íleon terminal y del colon, el 30 % sólo tienen afectación del intestino delgado, y en el 20 % de los casos está aislado en el colon.1
La prevalencia de la EC es más frecuente en el mundo industrializado, sobre todo en Norteamérica y Europa Occidental, aunque su incidencia también está aumentando en Asia y América del Sur.1 Aunque puede afectar a personas de cualquier edad, desde niños hasta ancianos,5 la mediana de aparición de la enfermedad es de 30 años y tiene dos picos, el primero entre los 20 y los 30 años, y un pico más pequeño alrededor de los 50 años.1 Es una enfermedad ligeramente más prevalente en mujeres,1 que puede causar una morbilidad significativa y afectar a la calidad de vida de los pacientes.5
La patogénesis de la EC se basa en un proceso inflamatorio, derivado de las interacciones de los factores ambientales, el sistema inmunitario, la susceptibilidad genética y los cambios en el microbioma del huésped (disbiosis), que conlleva una respuesta inmunitaria irrefrenable contra los antígenos bacterianos luminales y, por tanto, la inflamación y alteración de la mucosa intestinal.4
La disbiosis es el desequilibrio en las densidades de microorganismos anaerobios obligados y facultativos del microbioma,6 produciendo perturbaciones importantes en la homeostasis intestinal.2 Estas perturbaciones influyen sobre la capa epitelial de la mucosa, que constituye la primera línea de defensa del sistema inmunitario intestinal. Su disrupción produce cambios en la permeabilidad del revestimiento epitelial, creando un paso fácil para las bacterias comensales y sus productos desde el lumen al torrente sanguíneo, lo que se conoce como intestino permeable.6 Las alteraciones de la mucosa intestinal inician una cascada inflamatoria exacerbada, con un gran reclutamiento de células y mediadores inflamatorios.2 Este aumento de permeabilidad suele darse antes de la recaída clínica, lo que sugiere que puede ser el primer acontecimiento en la aparición de la enfermedad.6
Por todo ello, las células inflamatorias son clave en el mantenimiento y curso activo de la enfermedad, y la mayoría de las terapias tienen como objetivo detener la cascada de citoquinas inflamatorias y proinflamatorias.4
Como el resto de las patologías comprendidas dentro de la enfermedad inflamatoria intestinal, la EC se diagnostica gracias a la combinación de técnicas de laboratorio, exámenes físicos y análisis de biopsias obtenidas por endoscopia.7
Para estandarizar la clasificación de la EC se utiliza la Clasificación de Montreal, que estratifica a los pacientes según su edad, diagnóstico, localización y fenotipo que presenta:1
Clasificación de Montreal de la enfermedad de Crohn | |
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Edad al diagnóstico |
A1: ≤16 años A2: 17 - 40 años A3: >40 años |
Localización |
L1: Ileal L2: Colónica L3: Ileocolónica L4: Afectación gastrointestinal superior* |
Fenotipo |
B1: Inflamatorio (no estenosante, ni penetrante) B2: Estenosante B3: Penetrante |
Existencia de enfermedad perianal | P: Enfermedad perianal* |
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